El trabajo es un espacio colectivo, social y comunitario y por lo mismo, allí podemos explotar virtudes y desarrollar un comportamiento ético, poniendo el compromiso, la solidaridad y la colaboración como cimientos de una nueva sociedad.
El potencial transformador de la Nueva Constitución estará determinado por el tipo y profundidad de la intervención política del pueblo, la que dependerá de su estado de movilización, deliberación, organización e incidencia en los espacios de la sociedad.
De continuar con la exacerbada y prácticamente ilimitada protección de la propiedad privada que caracteriza el sistema neoliberal que sostiene la constitución actualmente vigente, la crisis climática se verá profundizada irremediablemente, mediante mecanismos institucionales que consideran al planeta como fuente ilimitada de recursos para beneficio de unos pocos y desconocen sus límites naturales.
El principio de subsidiariedad no sólo produjo un nuevo proceso de concentración de la propiedad y encarecimiento de los suelos, sino además, naturalizó la consigna neoliberal del “país de propietarios”, como única solución a la situación de vivienda, dejando fuera las alternativas de vivienda pública.