E stamos a casi un mes de la conmemoración del centenario del rescate que en agosto de 1916 y desde Punta Arenas, protagonizara el piloto Luis Pardo de la Armada de Chile, a bordo del navío Yelcho, para rescatar a la tripulación del explorador antártico irlandés Sir Ernest Shackleton, quien quedara atrapado por casi dos años, junto a su tripulación y su barco Endurance, primero en una banquisa de hielo en el Mar de Wedell y posteriormente en Isla Elefante, ambos lugares dentro de zona comprendida como Antártica Marítima. Este hecho se consolida hoy como un gran hito y suceso realizado por Chile en territorio Antártico, y uno de los emblemas heroicos e históricos de la ya extensa y consolidada relación entre Punta Arenas (Magallanes) y Antártica. Este hecho, como tantos otros acontecidos en los márgenes periféricos y regionales del país, no es recordado ni celebrado en todo el territorio nacional ni menos en Santiago, centro político y administrativo del país, sino que forma parte de la configuración histórica local del territorio, situado en Magallanes, hoy conocido como Región de Magallanes y Antártica Chilena. A partir de este micro-dato histórico, quisiera compartir algunas reflexiones y antecedentes en torno del modelo expansionista y centralista del Estado de Chile, la configuración de dinámicas y territorios regionales en urgencia de descentralización y autonomía regional, y la configuración de esta Región Austral como un activo espacio inmerso en la dinámica global de actividad antártica internacional.
Expansión y colonialismo desde el centro hacia los bordes, como modo de construcción de la nación
El Estado de Chile se autodefine geográficamente como un país tri-continental, pues desde su concepción administrativa y territorial tiene injerencia en tres continentes distintos: América del Sur (Chile Continental), Oceanía (Chile Insular) y Antártica (Antártica Chilena o Territorio Antártico Chileno). Esta configuración y auto-representación del territorio chileno, es parte de la constante transformación y expansión territorial y por qué no, colonial, de lo que se ha entendido como el territorio del Estado de Chile. Este es un proceso dinámico desde su estatus colonial como Capitanía General de España, hacia sus transformaciones como nación independentista, republicana y hoy como un proyecto inacabado de Estado democrático y poscolonial.
La ocupación del territorio nacional, ha sido una permanente historia de expansión desde el centro o desde Santiago, la capital del país. Esta expansión no debe ser entendida en términos abstractos, sino en ocupaciones efectivas, asentamientos humanos de distinto tipo, que son extensiones técnicas, administrativas y socioculturales del Chile central, que extienden mediante colonias humanas en lugares remotos y previamente no chilenos, los intereses, símbolos y normatividades de la cultura y nación chilena. En la etapa colonial mediante ocupaciones españolas y misioneras, y posteriormente en la etapa republicana por medio de colonos europeos y las fuerzas armadas chilenas principalmente, como agentes de ocupación y colonización del territorio. Cabe mencionar que buena parte de estas expansiones territoriales, encarnan la intención chilena de hacer efectivas las posesiones concebidas como “heredadas” de la Corona Española, mediante Reales Cédulas, hacia las incipientes naciones latinoamericanas.
Múltiples han sido las modificaciones territoriales chilenas producto de expansiones hacia otros espacios geo-culturales, éstas comúnmente utilizaron una semántica de expansión e incorporación de territorios, así encontramos las: tomas (de Valdivia y Osorno en 1820); toma de posesión (del Estrecho de Magallanes en 1843); conquista (de Chiloé en 1826); colonización (de Llanquihue 1846 y Aysén-Patagonia desde el 1900); incorporación y/o ocupación (de Tarapacá y Arica 1883; Antofagasta en 1884 y Rapa Nui en 1887); pacificación y colonización (de la Araucanía desde 1861); y reclamación(de la Antártica en 1940). En distinto modo, en todos estos procesos de expansión territorial se utilizaron estrategias de ocupación en donde el Estado extendía (y extiende) tentáculos coloniales en que militares, administradores públicos, colonos, misioneros, comerciantes y científicos, son las extensiones de la nación y el Estado, y los encargados de explorar, ocupar, administrar, gestionar y dar vida simbólica y material a las nuevas dependencias de Chile.
Cabe mencionar que tal como esta expansión territorial ha sido un elemento común y característico de la dinámica de conformación del territorial nacional, también lo han sido varias redefiniciones fronterizas que para Chile han significado una “perdida” de territorio considerado como nacional. Esto es claro en los diversos litigios con Argentina en la Patagonia (conflictos por Palena, el Beagle, Campos de Hielo Sur, Laguna del Desierto, etc.) y más recientemente los litigios con Perú y Bolivia frente a La Haya. Hoy, ya ha comenzado una nueva controversia y las protestas diplomáticas de Chile frente a la CONVEMAR/ONU por la reciente extensión de los límites de la Plataforma continental de Argentina y que incluye territorio antártico. En suma, los límites nacionales se redefinen en función de las ocupaciones efectivas del territorio, las relaciones internacionales, los intereses económicos y las subsecuentes situaciones de colonialismo interno.
Chile, Región de Magallanes y Antártica Chilena
La historia de Magallanes, Punta Arenas y Antártica, está íntimamente ligada a los procesos de ocupación del territorio nacional mediante la implementación de asentamientos y colonias humanas en zonas/regiones aisladas, “deshabitadas”, limítrofes, y, hoy en día, en buena medida protegidas ambientalmente, siendo también estos territorios objetos actuales de política e inversión pública y privada en pos de sus capacidades y oportunidades regionales en el hemisferio y en el Chile austral. Esta es parte de la historia de un espacio circumpolar estratégico, territorial y geopolíticamente, en tanto es una región constituida por fracciones de dos continentes y esta ubicación geográfica, es privilegiada en la articulación de flujos en los pasos interoceánicos y antárticos. En base a esto, hoy Punta Arenas tiene el reconocimiento, vocación y calidad de Ciudad Antártica, ciudad puerta de entrada hacia Antártica o ciudad puerto-puerta hacia la misma.
En 1843, ya conquistado Chiloé y previo al inicio de la colonización de Llanquihue, desde Santiago se instruye al Gobernador de Chiloé, don Domingo Espiñeira, el envío de un contingente naval y civil para tomar posesión del Estrecho de Magallanes. El viaje lo ejecuta el capitán de origen inglés don Juan Williams y se realiza en la goleta Ancud desde Chiloé, nodo naviero austral de ese momento (y que posteriormente impactaría en toda la colonización de la Patagonia chilena y argentina con diásporas de población chilota). En octubre de 1843, un grupo cosmopolita de personas a bordo de la Ancud toma posesión del Estrecho de Magallanes y funda el Fuerte Bulnes, colonia de bandera chilena en el sur austral, posicionando a Chile como único controlador de este codiciado paso bioceánico.
En adelante, se establece una cierta lógica de dependencia económica, administrativa y política de este nuevo tentáculo/nodo con el centro del país, Santiago y Chiloé principalmente, lo que permitiría la sustentabilidad de la colonia en términos de recursos económicos, alimenticios y humanos principalmente. A pesar de eso, la ineficiente experiencia de relacionamiento entre los primeros colonos con el entorno natural local, obliga a buscar un nuevo lugar para proyectar el asentamiento, asegurando mejores condiciones eco-sistémicas. Así el año 1848 se funda Punta Arenas, y en adelante, el inicial asentamiento con lógica de Fuerte se transforma en colonia penal, pueblo y ciudad puerto que después de cincuenta años de vida, sería el enclave bioceánico más importante de Chile y la Patagonia, constituyéndose en un complejo entramado cosmopolita, industrial, portuario y capitalista. Si bien desde Chile central se instaura primero una lógica de dependencia de la colonia, posteriormente se instaura la figura de puerto libre y con ello el Estado restringe su accionar dejando cuajar un intenso espacio de flujo de capitales. Bajo la lógica de los colonos y pioneros se estimula el explosivo e intensivo desarrollo económico de Magallanes en sus primeras décadas de existencia.
Por otro lado, uno de los últimos procesos de intención de expansión del territorio chileno, fue en el año 1940, con la promulgación del Decreto N° 1.747 que establece los límites territoriales de Chile en el continente antártico, en donde desde el Ministerio de Relaciones Exteriores del país, se reclama para Chile los limites soberanos de una buena tajada de la torta antártica. En adelante comienza una historia de ya 76 años que hoy en día posiciona a Chile como uno de los principales países en política y ciencia antártica a nivel global. Allí Chile mantiene al menos 4 asentamientos (bases o estaciones) de tipo permanente y una decena de asentamientos temporales.
Desde 1959, Antártica se encuentra bajo el régimen del Tratado Antártico, el cual suspende las reclamaciones territoriales de diversos países en el continente (incluida la reclamación de Chile), por lo que bajo el régimen de este Tratado no se le reconoce soberanía territorial a ninguno de los países que se adhieren a él. Así mismo el Tratado plantea que Antártica debe ser un espacio destinado a la paz, a la ciencia y a la cooperación internacional. A pesar de esto, la actividad humana en Antártica aumenta día a día mediante las acciones de los diversos Estados que realizan ciencia antártica principalmente. Lo cual ha implicado que hoy existen más de 40 asentamientos humanos en Antártica de tipo permanente y sobre los 100 asentamientos de tipo estacional.
Estos asentamientos constituyen las extensiones tecno-logísticas de diversos Estados que temporal o permanentemente ocupan Antártica por medio de dotaciones o grupos de científicos y operadores logísticos militares o civiles. Como extensiones técnico-físicas, prótesis o tentáculos, estos asentamientos cumplen básicamente tres funciones: a) ejercen la presencia material y nacional de un país participante del Sistema del Tratado Antártico; b) son los lugares donde habitan y trabajan los pobladores antárticos; c) finalmente, como bases operativas, estas bases son puestos de avanzada que pueden ser el lugar final del flujo de los agentes antárticos, o bien una plataforma de articulación para desplazarse hacia otras bases o locaciones insulares y continentales antárticas. Es mediante la implementación de estos espacios que se han establecido las relaciones que para autores como Collins y Stevens (2003, 2004) reproducirían en el espacio antártico una lógica colonial, en tanto lo colonial no solo debiese entenderse como la dominación político-cultural de otros culturales, sino que primero que nada, como la implementación de colonias, extensiones infraestructurales y humanas que extienden y representan en este caso a Estados-nacionales distantes. En este sentido, la colonialidad según estos autores, también sería extensible a la dominación o el intento de dominio del espacio natural, siendo este, el otro frente al cual el hombre intenta conocer y controlar.
Hoy, Punta Arenas es una ciudad-puerto que cumple un importante papel en la escena internacional del hemisferio austral, al ser una de las cinco ciudades sureñas y circumpolares que concentra y ofrece amplias actividades y servicios antárticos, siendo junto a Ushuaia (Argentina), Cape Town (Sudáfrica), Hobart (Tasmania/Australia) y Christchurch (New Zealand), reconocida internacionalmente como una de las ciudades puerta de entrada (“gateway”) hacia Antártica. Estas ciudades han sido denominadas como ciudades antárticas, ciudades puente o ciudades puerta, principalmente. He incorporado el concepto de ciudad puerto-puerta, pues si Punta Arenas es una puerta hacia Antártica, es por su condición de puerto aero-marítimo. Las características principales de estas ciudades son la cercanía geográfica; su calidad de puertos aéreos y marítimos; su oferta amplia de bienes, servicios y logística antártica; en Hobart, Christchurch y Punta Arenas, existe también una tendencia a concentrar especializaciones científicas y académicas antárticas; progresiva concentración de agencias y agentes antárticos, tanto públicos como privados.
Centralismo y emergencias de descentralización
Durante los años que Chile mantiene su reclamación territorial y ocupación humana en Antártica, en lo que se ha entendido como Territorio Antártico Chileno, han sucedido varios acontecimientos que hoy lo posicionan en un escenario internacional en donde participa desde sus orígenes, en el Tratado Antártico, donde Chile respeta el consenso internacional no-soberano. Pero a la vez, Chile clama y educa internamente a sus conciudadanos, por sus derechos soberanos (soberanía territorial) como también por sus aportaciones a la ciencia universal (lo que desde la burocracia local actual se ha esbozado como una soberanía del conocimiento). Pues para Chile, Antártica no significa solo un espacio internacional dedicado a la ciencia y a la paz, como establece el Tratado, sino también una extensión natural de su territorio suramericano, por ende susceptible de ocupación efectiva, como a la vez, un territorio objeto de políticas públicas que tienden a su conocimiento, desarrollo infraestructural y económico, y por sobre todo, como un espacio nacional a ocupar, proteger, simbolizar e integrar a las dinámicas de control regional y nacional del territorio.
En la década pasada, el Estado mediante una permanente interlocución con agentes locales/regionales, logró concentrar en Punta Arenas a buena parte del ensamble inter-institucional de actividad antártica nacional que operativiza las diversas acciones estatales y privadas en este territorio austral. El hito de esto fue en el año 2004, el traslado del Instituto Antártico Chileno que funcionó por más de 40 años en Santiago, hacia Punta Arenas. Posteriormente tanto el Ejercito como la FACH trasladaron sus respectivos Departamento y División antártica hacia la ciudad, sumándose a la Armada quien en décadas fue la única institución que mantuvo operativa una unidad antártica en la ciudad.
A lo anterior se suman iniciativas locales como las últimas dos Estrategias de Desarrollo Regional (2001-2010 y 2012-2020), instrumentos que profundizan y proyectan acciones concretas para incrementar las capacidades antárticas de la ciudad y la región, en la triada de nodos geográficos Punta Arenas, Puerto Williams, Complejo Base Frei en isla Rey Jorge, Antártica. Desde el año 2014 además, la región cuenta con recursos del Plan Especial de Zonas Extremas para Magallanes, el que se concentra en a) la optimización de la conectividad regional (marítima, terrestre y aérea); b) en mejoras infraestructurales y la implementación del Centro Subantártico en Puerto Williams; c) la instalación de las primeras obras portuarias en Bahía Fildes en isla Rey Jorge y mejoras en el equipamiento científico de las Bases Escudero, Yelcho y Carvajal; d) construcción en Punta Arenas, del Centro Antártico Internacional (CAI), el que incluirá al menos tres áreas de actividad e infraestructura: un área de Apoyo y Servicio Logístico Antártica; un área de Investigación Antártica Avanzada y un Museo Antártico Interactivo.
Esta última iniciativa es un proyecto que en conjunto deberán ejecutar y administrar la Universidad de Magallanes y el Instituto Antártico Chileno, con el propósito de incrementar las capacidades científicas y educativas de Chile y la región en el concierto antártico internacional. En la Universidad de Magallanes, desde hace años funciona la Dirección de Programas Antárticos con un equipo de científicos permanentes; el 2013 implementó el Programa Gaia – Antártica y el 2016 estrenó un Repositorio Digital de informaciones antárticas. Así mismo imparte un Diplomado en Asuntos Antárticos, un Magister en Ciencias Antárticas y un Crédito Cultural Antártico en pregrado. Por su lado, INACH ha ido activando laboratorios científicos en distintas bases antárticas y en Punta Arenas. El año pasado, Corea del Sur fue el primer país en implementar un laboratorio en instalaciones de INACH. Para ambas instituciones, el proyecto del CAI sin duda implica un desafío para posicionar estas iniciativas y a Punta Arenas como un epicentro logístico, científico y educativo antártico de nivel mundial.
Comentarios finales
A pesar de la existencia de estas múltiples atribuciones legales, administrativas, traspaso de recursos, implementación de instituciones, y de estrategias y proyectos específicos en torno al manejo de la actividad antártica chilena, toda esta actividad administrativa y legal estuvo concentrada hasta comienzos del siglo XXI en la ciudad de Santiago, la capital del país. Punta Arenas ha sido el motor articulador de una vasta zona de reciente conquista chilena, en donde aún se denuncia un centralismo que desconoce las dinámicas locales, imponiendo legislaciones y simbolismos poco claros y/o efectivos. El centralismo querría decir también que, a pesar que se instalen en la ciudad una serie de organismos nacionales y establezcan nuevos escenarios, de nada servirían si las decisiones no se dialogan, consensuan ni toman con y por agentes regionales. Sin duda radica aquí, en el traspaso de poderes y atribuciones centrales hacia los niveles regionales, uno de los mayores desafíos no solo de esta región, sino de todas las regiones no metropolitanas del país.
Hoy en día, Punta Arenas es una ciudad que desde el discurso oficial del Estado (central y regional) debe constituirse en una Ciudad Antártica, pues concentra una serie de actividades ya tradicionales o “espontáneas” ligadas a la actividad antártica tanto nacional como internacional, que desde la perspectiva estatal, deben ser aprovechadas, fomentadas y articuladas en pos de un posicionamiento global de la ciudad que permita consolidarla como un eje de las rutas y la actividad antártica internacional. Así mismo, este posicionamiento y consolidación de Punta Arenas como un espacio vinculado a Antártica, responde al interés nacional de articular de manera eficiente la administración territorial de la Región de Magallanes y Antártica Chilena, haciendo uso efectivo de un extenso territorio antártico considerado como nacional y planificando un desarrollo económico por medio del fomento de actividades económicas en la actividad antártica regional.
Según el INACH el año 2016, 22 de los 29 Programas Antárticos Nacionales que realizan ciencia en Antártica durante el verano, utilizaron a Punta Arenas como un nodo en donde abastecerse de combustible, víveres y otros diversos bienes o servicios. O donde personas o carga cambian de transporte (intermodal) para llegar a Antártica, o retornar desde ella a sus lugares de origen. Esta situación privilegiada, de uso intensivo y extensivo de los diferentes Programas Antárticos internacionales, posiciona a Punta Arenas en una ventaja comparativa frente a las otras ciudades puerto-puerta hacia Antártica. El desafío es entonces a transformarse en la vanguardia en asuntos antárticos a nivel mundial, y las acciones presentes son la base de lo que Punta Arenas podrá hacer y representar en el futuro, en la configuración de un (nuevo) orden geopolítico, económico y cultural del Hemisferio Austral.
No obstante todo lo anterior, y quizá el desafío más importante, es que la población magallánica y puntarenense conozca, comprenda, proponga, participe y se beneficie de todo este intento tecnocrático de ensamblar la actividad antártica en la acción territorial de la región. Comprendemos hoy, mínimamente, el cómo se articula la actividad antártica, los intereses públicos y los privados, y sus discursos y prácticas, pero poco y nada se sabe de qué es lo que sabe, piensa y como se simboliza Antártica en el sentido común del chileno y el magallánico. Ya existen en Magallanes iniciativas locales, autónomas e institucionales, de educación, difusión, creación artística, investigación histórica y sociocultural, además de varios emprendimientos económicos en torno a Antártica, y es el hiper-fomento de todas estas actividades y manifestaciones de-en-y-para personas concretas y específicas, lo que podría, en un futuro mediano, generar ese preciado objeto simbólico de las políticas públicas y los ciudadanos antárticos: una cultura y una identidad antártica. Radica aquí, al parecer, en el siempre vilipendiado ámbito sociocultural, un elemento definitorio en la proyección y sustentabilidad de todo el ensamblaje antártico chileno.