Por Magdalena Rivera – Antropóloga
Laboratorio de Cambio Social
Un transporte inclusivo y universal se caracterizaría por un uso libre del espacio por parte de las mujeres, por una movilidad libre de miedos y aprehensiones y por una vida libre de violencia.
Magdalena Rivera
E l acoso sexual en el transporte público o acoso callejero es un problema grave y de gran magnitud en Santiago. Según la encuesta del estudio Ella se Mueve Segura, un 95% de los usuarios del transporte público habían visto o escuchado alguna situación de acoso alguna vez en sus vidas. El acoso sexual callejero corresponde a prácticas amenazantes ejercidas por una persona desconocida, en la calle o en el transporte público, que generan malestar en la persona afectada.
En el Metro ese joven que se empezó a sobar en la parte de la cintura pa abajo. Entonces se empezó a sobar y eso fue muy incómodo y yo pensé que como yo soy medio tímida no iba a reaccionar y reaccioné. Sí, reaccioné y le dije, oye, ¿sabes qué? Me estás molestando (Mujer, Santiago Centro).
Respecto al último año, un 51% de las mujeres han experimentado algún tipo de acoso durante sus tránsitos cotidianos. Los hombres tampoco están exentos de sufrir este tipo de abusos, de hecho un 49% de las personas que declararon haber experimentado algún tipo de acoso en el último año son hombres. Estos acosos van desde miradas lascivas, silbidos y los mal llamados ”piropos” hasta arrinconamientos, persecuciones y masturbación en público. Siendo los hombres principalmente afectados por el acoso “Verbal o no verbal” mientras que las mujeres por todas las experiencias; 1 de cada 100 mujeres ha experimentado todos los tipos de acosos en el transporte público.
Esta práctica es una forma de violencia que genera un impacto psicológico negativo, que se multiplica ya que las personas, especialmente mujeres, lo pueden vivir varias veces al día. Para las mujeres que utilizan el transporte público, el principal efecto de estos comportamientos es el aumento de la sensación de inseguridad durante los tránsitos cotidianos. Es importante entender la seguridad no solo como el hecho de poder moverse en libertad sin experimentar algún tipo de agresión, sino con el hecho de no sentir alguna amenaza durante el uso de dicho espacio. La sensación de seguridad es una pieza clave para entender el uso del espacio público, además de un indicador muy importante de la calidad de vida de las personas.
Al preguntar a las personas sobre el género de las personas que los acosó, un 83% evidenció que fueron hombres versus un 17% de mujeres. El acoso se inserta dentro de una sociedad patriarcal en la cual existe una relación jerárquica entre hombres y mujeres, la cual es muchas veces mediada por la violencia, ya sea física o simbólica. Ocurre una y otra vez, reforzado por las desigualdades económicas, la violencia intrafamiliar y el acoso callejero, entre otras. Estas prácticas reflejan construcciones culturales históricas, como la idea de que el espacio público es solamente para hombres y que las mujeres deben quedarse en casa. Cuando las mujeres ocupan el espacio público, pueden llegar a ser víctimas de violencias ya que este “no les pertenece”.
El Acoso favorece cambios en los modos de transporte
Si bien dos tercios de las mujeres no han cambiado su modo de transporte debido a situaciones de inseguridad, al preguntarles si estarían dispuestas a hacerlo, 7 de 10 dijeron que sí lo harían, siendo el automóvil el modo de mayor preferencia. En cuanto a las motivaciones, 37% cambiaría por rapidez, 31% por seguridad, incluyendo el riesgo de acoso, y 22% por comodidad. Es decir, al vivir el transporte público como un espacio hostil y transmitir esta sensación a las nuevas generaciones, se promueve un cambio hacia modos menos sustentables, dañando la salud y encareciendo ambiental y económicamente a nuestra sociedad.
Estrategias cotidianas de movilidad femenina
La sensación de inseguridad es significativa y afecta las decisiones de las mujeres en sus tránsitos cotidianos. Estar en alerta constante, moverse dentro del propio barrio, evitar ciertos sectores considerados inseguros, cambiar las rutas a pesar de los tiempos de duración y viajar acompañadas eran algunas de las estrategias que las mujeres utilizaban en orden de prevenir la agresión. Sin embargo la estrategia más mencionada se refería a no utilizar el transporte público sin luz de día, es decir, las mujeres tenían “toques de queda” personales más allá de los cuales no utilizaban el transporte público y optaban por utilizar auto, taxi o Uber.
“Pero, no voy a salir, a no ser que salga acompañada, con alguien que sé que voy a volver a mi casa (Mujer, Santiago Centro).
Consecuencias del acoso
Se interactúa con el entorno por medio del cuerpo, y éstos son distintos entre mujeres y hombres. Más allá de las diferencias físicas, la historias personales, colectivas y culturales asignan distintos roles y responsabilidades a cada género, favoreciendo un desarrollo diferenciado que, en muchos casos, conlleva desigualdades de envergaduras mayores. En Chile, esta brecha de género se ve reflejada en una baja participación laboral por parte de las mujeres, el percibir un salario menor que un hombre en puestos similares, limitaciones al ejercicio de los derechos sexuales y reproductivos y también barreras al libre uso del sistema de transporte para acceder a todos los beneficios de la vida urbana actual. El transporte juega un papel fundamental en la vida de las personas, ya que permite el acceso a bienes y servicios, siendo central la seguridad mientras lo utilizamos. No poder participar libre de miedo en la sociedad, es un factor inhibidor grave del desarrollo de las mujeres. Producto de las condiciones recogidas por este estudio, las mujeres participan menos en el ámbito laboral y social, reduciendo sus aportes al desarrollo económico y restándole fuerza y diversidad al desempeño de la sociedad como un todo.
El estudio
En Octubre de 2016, el Laboratorio de Cambio Social se integramos al estudio internacional Ella se Mueve Segura – Mujeres Seguridad y Transporte Público. Estudio dirigido por la investigadora internacional, Heather Allen, con apoyo de la fundación FIA y CAF. Su objetivo fue establecer los parámetros del acoso sexual relacionado con el transporte público en la ciudad de Santiago, Quito y Buenos Aires. En Chile, liderado por la doctora en planificación urbana, Lake Sagaris, ejecutado por el Laboratorio de Cambio Social, espacio de investigación acción participativa, creado por Ingeniería de Transporte (PUC) y Ciudad Viva. El estudio fue apoyado por el Centro de Excelencia en Transporte Rápido en buses (BRT+), que convoca a socios líderes del “Laboratorio Vivo” de la ciudad, de los sectores públicos, ciudadanos, académicos y privados para colaborar en la creación de sistemas de vida cada vez más sustentables.
Para establecer los parámetros generales y la magnitud de los desafíos asociados al acoso sexual y el transporte público y también conocer más a fondo las experiencias personales y colectivas de las mujeres, combinamos una encuesta representativa de hombres y mujeres de la Región Metropolitana, Focus Groups en tres comunas (de ingresos bajos, medianos, medianos-altos), y talleres de análisis colectivo con expertos de género, ingeniería de transporte, sociología, antropología, planificación urbana y otras disciplinas. Todo esto en el marco de la investigación participativa para la acción, más conocida por su nombre en inglés, participatory action research (PAR).
Propuestas para el cambio
Es importante pensar estratégicamente en combinaciones óptimas de medidas para mejorar la seguridad, aislar y castigar a los responsables del acoso, según su grado de violencia. Un paso esencial es crear un marco jurídico que refuerce una nueva valoración de este tema, identificado el acoso en el transporte público como un delito, y estableciendo los castigos apropiados para cada tipo y grado detectado. El 17 de Marzo del 2015, el Observatorio Contra el Acoso Callejero presentó un proyecto de ley que plantea la importancia de reconocer el acoso sexual callejero como un tipo de violencia, sin embargo el proyecto aún descansa en el congreso.
A nivel institucional nacional es necesario transversalizar el enfoque de género en organizaciones que estén a cargo del transporte público de la ciudad. Operadores/as, empresarios/as, conductores/as, guardias y personal en general deben ser capacitados/as en orden de comprender el acoso como una problemática grave y relevante. Se deben crear protocolos de acción que permitan manejar situaciones de acoso que ocurren al interior del transporte público, los cuales permitan apoyar a las víctimas y contener a los/as agresores/as.
Es urgente incorporar un enfoque de género en la planificación del transporte y aplicar medidas como metro de noche, paradas a petición, alarmas en buses y paraderos, portabicicletas, entre otras; para avanzar hacia un transporte más inclusivo y universal. Este tipo de transporte permitiría una mayor participación de las mujeres en el ámbito social y laboral promoviendo la diversificación de los roles económicos y sociales, contribuyendo hacia una sociedad más equitativa. Se caracterizaría por un uso libre del espacio por parte de las mujeres, por una movilidad libre de miedos y aprehensiones y por una vida libre de violencia.
*Observatorio Contra el Acoso Callejero. (2015) ¿Está Chile dispuesto a Sancionar el Acoso Callejero? Estudio de caracterización y opinión sobre el acoso sexual callejero y sus posibles sanciones sobre las y los autores.
Billy, M. Meniconi, A. Guerrero, M. Molina, M. Torrealba, F (2015). Masculinidades y legitimaciones del acoso sexual callejero en Chile.
Referencias
1-(OCAC, 2015) Observatorio Contra el Acoso Callejero. (2015) ¿Está Chile dispuesto a Sancionar el Acoso Callejero? Estudio de caracterización y opinión sobre el acoso sexual callejero y sus posibles sanciones sobre las y los autores.
2-(Billy et al., 2015) Billy, M. Meniconi, A. Guerrero, M. Molina, M. Torrealba, F (2015). Masculinidades y legitimaciones del acoso sexual callejero en Chile.
3-(OCAC) https://www.ocac.cl/wp-content/uploads/2015/10/Presentacion-OCAC-Congreso-141015.pdf