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Movilidad Geográfica y Digital

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Desde la superación de las limitaciones tradicionales de espacio y tiempo en la interacción cara-a-cara, las TICS permiten que, por ejemplo, un grupo de perfectos desconocidos coordinen acciones en red de reivindicación política, sea contra la opresión de sus gobiernos o de injusticia de codiciosos empresarios. Pero, ¿es internet sinónimo de libertad?

Jorge Valdebenito

 
 
Constituye Facebook un insumo revolucionario, si se comparan los casi 80 millones de integrantes de grupos de seguidores de Rihanna, Coca-Cola o Los Simpson, contra los 200 mil de Karl Marx, 500 mil de Noam Chomsky, o 750 mil de Michael Moore?

Jorge Valdebenito

E l término “movilidad” durante los últimos años ha sido objeto de debates circunscrito a distintas áreas de conocimiento, como geografía, arquitectura, y ciencias sociales en las cuales se entiende a partir de las nociones de segmentación, estratificación y/o asimetría social. Estas se aprecian directamente en la configuración de los espacios, por ejemplo, de nuestras ciudades. ¿Por qué una comuna es más verde, o mejor iluminada, que otra? ¿Por qué en un barrio las aceras y veredas parecen ser más anchas y estar en mejor estado que en otro? Este tipo de cuestiones son las que se suelen problematizar con conceptos como el mencionado.

Sin embargo, hoy en día somos testigos de diversas formas de estratificación social, que requieren la implementación de nuevas estrategias de superación y/o de movilidad. Se trata de las denominadas brechas tecnológicas, que responden a los mismos problemas descritos por Henri Lefebvre o David Harvey, asociados a la configuración de los espacios y la búsqueda de iniciativas que los conviertan en elementos de integración por sobre agudización de contradicciones económicas, culturales, sociales e históricas.

Las diferentes tecnologías de la información y de las comunicaciones (TICS), según autores como Manuel Castells, abren un sinfín de posibilidades para las personas y sus relaciones sociales en la era contemporánea. Desde la superación de las limitaciones tradicionales de espacio y tiempo en la interacción cara-a-cara, las TICS permiten que, por ejemplo, un grupo de perfectos desconocidos coordinen acciones en red de reivindicación política, sea contra la opresión de sus gobiernos o de injusticia de codiciosos empresarios. Pero, ¿es internet sinónimo de libertad? A partir de lo ocurrido en las Primaveras Árabes, una serie de investigaciones han enfatizado en el aparente rol emancipador de las TICS, y las posibilidades que entregan a la organización política de masas oprimidas.

Ante ello, ciertos investigadores han reaccionado escépticamente. Es el caso de autores como Christian Fuchs, quien sostiene que tales diagnósticos invisibilizan aspectos fundamentales en su funcionamiento. En su visión, los supuestos usos emancipatorios de las TICS responden, en primer y último término, a contradicciones estructurales expresadas, por ejemplo, en la alta estratificación social y económica que evidenciaban naciones como Egipto, Libia y Túnez en su configuración, además de escasos o nulos canales de participación política en sus cuestionables sistemas democráticos.

Asimismo, destaca que el uso de internet en el contexto de las Primaveras Árabes se encontraba reducido a un específico y pequeño segmento de las poblaciones. No obstante, se difundieron mensajes que hablaban de que dichas revoluciones serían twitteadas, cuando en realidad el porcentaje de usuarios de Twitter en países como Egipto en el año 2010 era de 0,00158%. ¿Constituye Facebook un insumo revolucionario, si se comparan los casi 80 millones de integrantes de grupos de seguidores de Rihanna, Coca-Cola o Los Simpson, contra los 200 mil de Karl Marx, 500 mil de Noam Chomsky, o 750 mil de Michael Moore?

El uso de internet y de las TICS, además de estar atravesado por cuestionables prácticas comerciales de proveedores de servicios como Google, Apple, Microsoft, Facebook, entre otros, que venden la información al mejor postor para el diseño de nuevas estrategias publicitarias y de negocios, debe enfrentar las silenciadas políticas de masiva vigilancia ejecutadas por agentes gubernamentales o corporativos, como la NSA del gobierno de Estados Unidos.

¿Qué orientación debiesen, entonces, tomar las iniciativas que buscan reducir las brechas tecnológico-digitales en la actualidad? A preguntas complejas, respuestas complejas. No sólo la alfabetización digital de sectores tradicionalmente excluidos sería suficiente para cumplir los nobles deseos tecno-utópicos de autores como Manuel Castells. También se debe enfrentar las barreras de la economía política de la ciber-vigilancia contemporánea, manifestado en decididas resistencias de sectores altamente politizados, vinculados a movimientos populares anticapitalistas.

Con todo, el potencial de estas situaciones cumplen los internacionalistas deseos de Karl Marx: quienes ocupamos los estratos más bajos de la pirámide socioeconómica contemporánea ya no nos diferenciamos por el gobierno de turno en nuestras naciones, sino que nos igualamos ante la uniformidad de proveedores de servicios web. En Indochina y en Bolivia tenemos Facebook, nos comunicamos por Whatsapp, y ejecutamos un ordenador con SO basado en ambiente Windows. ¿Utopía o distopía? He ahí el dilema.

*Sobre el autor: Sociólogo. Candidato a Doctor en Estudios Interdisciplinarios, Universidad de Valparaíso, Chile.

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