Bajo la consigna de justicia energética, a través de mecanismos territoriales de soberanía energética se podría desmonopolizar la generación y distribución de electricidad y diversificar la matriz energética desde y para las y los habitantes, otorgando energía segura, ininterrumpida, limpia y asequible bajo el control de la comunidad para su propio bien común energético y sustentable.